Déjame contarte de una chica que conocí, su nombre es Catherine. Es hermosa y desborda personalidad, cada vez que la veo, me enloquece –literalmente–. Pero lo mejor de esta mujer es que es única, hace cosas que ninguna otra se atreve a pensar. Además, no es superficial, me pone a pensar en lo importante que resulta cuidar una relación y el valor del compromiso. Es difícil no terminar enamorado, pero cuidado, debajo de todas sus cualidades esta seductora es una asesina; si la dejas, te hará pedazos.

Abandonando las alegorías, aunque lo describan perfectamente, Catherine es a nivel básico un sádico puzzle, con máscara de rudimentaria simulación de citas (aunque nada tan complejo como LovePlus) que explora las frecuentes complicaciones de una relación amorosa entre hombres y mujeres, claro, con divertidos enredos.

Todo inicia con relativa inocencia, la trama nos envuelve en la peculiar historia de Vincent, un individuo que a sus 32 años no sabe qué hacer con su vida. Entre un empleo que lo aprisiona, y una relación que pareciera un trabajo, sus aspiraciones son deprimentes. Y es que su novia Katherine con la que lleva más de cinco años, lo ha estado presionando a formalizar. Sobra decir que él no quiere, principalmente para continuar su vida desobligada y emborracharse con amigos todos los días en su bar favorito. Justo en este bar conoce a la persona que da nombre al juego, Catherine, una chica sexy y coqueta que tiene todo lo que Vincent desea pero no puede tocar debido a su compromiso; o eso creía él, pues tras una noche de copas, la mañana siguiente despierta junto a ella, estando ambos desnudos. Es en ese momento que comienzan las pesadillas de tortura y ovejas masacradas.

Se podría decir que Catherine es una propuesta sin muchas presunciones en su mecánica de juego –contrario a su concepto global–, ya que se divide en dos secciones; una cumple el aspecto social con los personajes de la historia, y se desarrolla durante el día en el bar antes mencionado, donde podrás investigar los detalles de la trama o conversar con otros clientes que padezcan problemas similares a Vincent, pues las extrañas imágenes que lo acosan al dormir parecen ser parte de una maldición que está matando a los hombres infieles en sus sueños.

Las secuencias de interacción con personajes son bastante estáticas, aunque algunas ofrecen opciones de dialogo para que elijas la respuesta que mejor te parezca. Si al final no te interesa, o ya es tu segunda vuelta –o tercera o más–, no hay obligación de explorar y puedes ir directo al cinemático que da pauta al siguiente capítulo. Mientras te encuentras en estas escenas, recibirás mensajes de las dos enamoradas de Vincent en su teléfono celular, a lo que puedes responder de varias alternativas, también la que más te plazca.

Es importante que entiendas que el poder de elección no se basa en algo bueno o malo. Sí, cada que te enfrentas a una decisión, la que tomes, se refleja en un medidor que aparenta regirse por moralidad, si das respuestas egoístas se inclina al rojo o si son generosas al azul, pero en realidad sólo define qué rumbo tomará el protagonista. Cómo tomes sus acciones resultantes es completamente subjetivo; podrás pensar que Vincent es un flojo que sólo busca alejarse de su devota novia, o un sujeto atrapado en la rutina que recibe un respiro de vida al encontrarse con una chica joven y divertida, también podrías considerar que es un chico inseguro e indeciso que quiere hacer lo correcto pero no tiene la suficiente valentía. Es un fenómeno de percepciones muy interesante que otros juegos prometen pero difícilmente logran. Lo mejor es que las decisiones que tomes tienen impacto en el desenlace, permitiéndote disfrutar uno de los ocho finales posibles.