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Los juegos de canto y de baile siempre tienen algo de complejo cuando se trata de reseñas puesto que a menudo se dejan guiar por el desparpajo y desatienden los valores de producción o los elementos de jugabilidad más elementales supuestamente en aras de la diversión. Tal es el caso de SiNG Party, un juego para Wii U que pretende sustituir al clásico Karaoke con una serie de actividades tanto divertidas, como sin sentido que sólo se disfrutan por un rato y en la compañía de un par de acompañantes.
Como dicta su nombre, SiNG PARTY es un juego de canto visualmente estético diseñado para sacar a la estrella del pop que todos llevamos dentro, misma que suele escapar en la bañera. Es el juego típico que le hace falta a cualquier consola y más a una amigable como el Wii U.
Al ponerle las manos encima, de inmediato notamos el primer problema: la selección de canciones. Desde nuestra perspectiva, cuando diseñas el repertorio de un juego como este, tienes dos opciones: o lo haces lo suficientemente extenso como para que todo mundo encuentre varios temas de su agrado, o lo suficientemente tradicional como para que compense por la reducida selección disponible. SiNG PARTY está justo en medio, y eso no es precisamente bueno.
Tomen por ejemplo a Dont Stop Me Now, de Queen. No estamos diciendo que sea una mala pieza, después de todo Queen es un gran grupo, pero tratándose de un juego de canto, quizá hubiéramos preferido We Will Rock You, Bohemian Rhapsody o We Are The Champions en su lugar.
Otros temas que sirven para ilustrar nuestro punto son Ironic, de Alanis Morissette; Jar of Hearts de Christina Perri; Youve Got the Love, de Florence and the Machine; The Climb, de Miley Cyrus o How You Remind Me de Nickelback. Repetimos: no son malas canciones, cuestionamos que sean ideales para un juego de canto, pues o carecen de exposición o les falta punch, y como esas son las otras 40 en el repertorio de medio centenar que ofrece el paquete. Un título de este tipo necesita mucha fuerza pop para que todo mundo lo disfrute, pero SiNG PARTY se queda corto en ese frente.
Luego tenemos las modalidades de juego que se dividen en tres: la de Fiesta, que es la más superflua de todas, y en la cual el intérprete tiene que animar la fiesta mediante instrucciones para sus amigos, tales como bailar o aplaudir, pero sin estructura. Aquí no se reparten puntos, ni se puede fallar como tal. SiNG PARTY confía en que la música y el carisma bastarán para alegrar las cosas, pero la falta de estructura ocasiona que se vuelva absurdo rápidamente.
La segunda modalidad es la de Canto, en la cual se puede entonar cualquier tema en solitario, con amigos o a dueto. Aquí sí se reparten puntos e insignias para subir de nivel. El problema es que dicha progresión no lleva a ninguna parte. No se compran escenarios, ni mucho menos canciones con los puntos acumulados, así que francamente no le vemos el sentido.
Y por último está el modo de Equipo, en el cual dos parejas compiten por ser las mejores de la fiesta a lo largo de varias rondas. En la primera, cada pareja hace relevos entonando una canción, y un tercero o juez decide quién ganó a partir de singulares parámetros que van desde quién cantó con más actitud o qué equipo se pasó el micrófono con más estilo y hasta quién hizo reír más al resto de los presentes. En el contexto de una fiesta quizá esta mecánica sea divertida por un rato, pero lo hubiera sido más si los participantes hubieran conocido los retos de antemano y el juez decidiera al final quién lo hizo mejor.
La segunda instancia pone a cantar a un miembro de cada quipo, para que el juez nuevamente determine al vencedor. Luego, ya en la tercera ronda, los equipos cantan frente al GamePad solamente el coro de cada pieza. Aquí hubiera sido gracioso o divertido que la cámara les tomara fotos o hiciera un clip de los participantes mientras entonan su canción y se las reprodujera a todos en la pantalla principal para tener una carcajada, pero no es el caso, así que nuevamente no sabemos cuál es el sentido de cantar frente al GamePad. Y la cuarta ronda son los relevos nuevamente. Se puede decidir si jugar a 4, 8 o 12 instancia, pero créannos, querrán dejarlo en 4.
Dentro de lo positivo en el uso del GamePad está el poder armar listas de reproducción, jugar con la estructura de los temas mientras el intérprete canta, es decir dejar sólo la música, sólo la voz de quien canta, o la voz original, e introducir algunos efectos de sonido para permitirle a otros participar incluso si no están cantando, cosa que también se puede hacer con el Wiimote a manera de pandero o con el botón A para emitir sonidos electrónicos de acompañamiento.
Finalmente tenemos el Modo de práctica, que les permite a los intérpretes entonar canciones individuales con indicadores que marcan qué tan adecuados son el tono, la potencia y el estilo, con la opción de regresar el tema a partes específicas para repetirlas hasta alcanzar la perfección. Es una buena idea y funciona bien.
En términos de presentación gráfica, SiNG PARTY es un juego vistoso, limpio y llamativo. Los tracks vienen acompañados de escenarios temáticos y abstracciones que le otorgan cierta identidad a cada uno y alimentan la atmósfera de diversión que el juego pretende crear y hasta ahí. No hay nada más sobresaliente que agregar.
Sing Party tiene numerosas fallas, y le podemos perdonar varias de ellas si recordamos que es un juego hecho para el relajo momentáneo, pero lo que no dejaremos pasar es que tenga una lista de canciones tan floja y una progresión tan carente de sentido que ni siquiera nos permita expandirla. En resumen, si tienen una fiesta y quieren amenizarla con este juego, réntenlo y después olvídenlo.
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