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Los juegos de plataformas se han vuelto un fenómeno de nicho con poca relevancia, pero hace diez años eran atracción principal en la industria del pixel y entre las franquicias más memorables de aquellos tiempos estuvo Jak and Daxter, una colección de emocionantes aventuras que dan testimonio de lo que puede lograr un estudio cuando está dispuesto a tomar riesgos, pues con cada nueva iteración se desecharon aspectos fundamentales en favor de evolucionar y refinarse. Es así que previo a las temerarias proezas de Nathan Drake, esta serie fue el trabajo más sobresaliente de Naughty Dog, uno que siguiendo la tradición de las reediciones en la alta definición, llega al PlayStation 3 con mejoras gráficas y la esencia que hizo divertido a cada juego.
Es necesario remarcar que siempre existirán dilemas al relanzar sagas de antaño, problemática que no es pertinente analizar en esta reseña, pero que se resume a qué tan prudente es cambiar para actualizar conceptos, y cuándo es mejor dejar las cosas intactas; la antología de Jak and Daxter es un ejemplo perfecto, pues fuera de la implementación de trofeos y un superficial efecto 3D, la traslación se queda corta en arreglos que se antojaban necesarios.
Y es que la renovación más evidente se da en términos visuales: los personajes están mejor definidos, las animaciones son más fluidas y las texturas se ven menos pixeladas. La contradicción es que el tratamiento de actualización no fue equitativo para los tres títulos de la compilación, y en tanto la tercera entrega se benefició con ajustes que casi lo presentan como juego prematuro de PlayStation 3, The Precursor Legacy es decir, el primero luce demasiado avejentado, algo que ni los numerosos filtros y encomiable iluminación lograron corregir. Es justo decir que un remake en HD no obra milagros, y a menos que se invierta demasiado tiempo y dedicación, el resultado se evidencia superficial. La experiencia de juego conserva su valía, y vaya que continúa siendo divertida después de tantos años, pero al considerar que la recopilación lleva la alta definición como sello, se esperaría que la calidad visual estuviera mucho más depurada.
Pero hagamos a un lado la falta de homogeneidad en las gráficas, que el aspecto fundamental en este caso específico es la mecánica y la implementación que tuvo durante la evolución de los tres juegos. La primera historia sigue los convencionalismos del género en aquellos años de apogeo, cuando la tendencia era recolectar infinidad de objetos y nada más; el concepto es suficiente complejo para envolverte, pero además se siente fluido, divertido y orgánico. Para la secuela, estas características no se perdieron, pero lo que era una búsqueda superflua en una juguetona jungla con un argumento pueril, se convirtió en una misión heroica en un mundo postapocalíptico, cambiando los rasgos infantiles del protagonista por tintes de madurez. Y cuando antes sólo se trataba de golpear y brincar como si fuera un paseo en el parque, para la segunda parte se incluyeron nuevas habilidades, como la de conducir aeronaves, disparar armas o hasta convertirse en una criatura malévola cargada con súper poderes. El tercer episodio fue el reflejo de un refinamiento mayor, en el que se sumaron las cualidades de sus antecesores, pero en un mundo abierto, que a modo de sandbox después de todo tenía la inspiración directa de Grand Theft Auto III, permitía exploración libre y un sinfín de actividades a cumplir, todas ellas basadas en un gran número de referencias a otros juegos. Cabe mencionar que todos los elementos de la trilogía no están lanzados en una fórmula experimental, sino que denotan una construcción cuidadosa en la que cada componente encaja perfectamente con el resto, brindando una experiencia magistral y por demás envolvente.
Lo irónico es que fuera de lo que ofrece cada juego, no hay más; es cierto que el propósito principal de toda remasterización es poner a disposición reliquias del pixel con una mayor resolución, pero estos lanzamientos tienden a incorporar contenido adicional para seducir a los fans que ya poseen las versiones de PS2. El problema radica en que a pesar de su alto valor de entretenimiento, la trilogía se caracterizó por cierta esterilidad y esta antología guarda tal fidelidad al trabajo original, que no se agregaron minijuegos, niveles ocultos ni secretos adicionales para los escenarios, tampoco hay artículos coleccionables que bien podían traducirse en galerías de arte o colecciones musicales, mucho menos comentarios de los creadores o documentos de desarrollo. Todo está exactamente igual que cuando se lanzaron los títulos originales.
La queja sería menos sensible de no ser porque también se heredaron defectos que podían arreglarse fácilmente. Ya quedó sentado el argumento visual, pero también hay deficiencias de desempeño, como ciertos ángulos de la cámara que no pueden ajustarse eficientemente en zonas muy cerradas o en general cuando un objeto se interpone, además del esquema de salto, que con frecuencia peca de impreciso y te lleva a cometer errores que escapan a tu habilidad. También se hubiera agradecido la opción de subtítulos en español e inglés en el primer juego, o implementar controles vinculados para la mira en primera y tercera persona, pues lo que está invertido en una, en la otra no, causando constante confusión al momento de disparar, algo que se suma a la falta de poder apuntar de manera manual.
Una buena noticia para los adictos a juntar trofeos, es que la tripla ofrece más de cien (entre ellos tres de platino) y como es obvio, algunos son en extremo sencillos, mientras que otros te harán renegar por su dificultad, aunque todos se mantienen dentro de las limitantes de los juegos originales, es decir, no tendrás que hacer nada adicional a los requerimientos que de todos modos necesitabas para completar cada título 100%. Por otro lado, una adición para la nueva era es la compatibilidad con televisores estereoscópicos, lamentablemente está mal implementada, la mayor parte del tiempo pareciera que el efecto es inexistente, y cuando se presentan objetos que en verdad saltan de la pantalla, es común que se salgan de foco en relación con el resto de los objetos.
Las plataformas en los juegos de Jak and Daxter podrán ser menos sólidas que las de Sly Cooper, y tal vez la mecánica de disparo no rivalice con la usada en Ratchet & Clank, pero en lo que refiere a ambición, inventiva y carisma, se mantiene muy por encima de homólogos del género. Con ello es una decepción que esta reverencia al trabajo de Naughty Dog se quedara tan corta y estéril en novedades, en parte por la ausencia del resto de entradas en la franquicia, como el icónico Lost Frontier del PSP, o la falta de contenido adicional, pero al margen, y pese a la falta de glamur, es una remasterización que todo fan recibirá con añoranza sólo por el imponente valor de diversión, y bajo la misma línea, esa cualidad lo hace una interesante opción para quienes nunca probaron un Jak and Daxter y desean disfrutar un poco de lo mejor que puede ofrecer el género de plataformas.
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