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En una industria plagada de propuestas estereotípicas, inclinadas a la acción y renuentes a tomar riesgos, destaca el hecho de que una saga de sigilo como Hitman, se mantenga fiel a sus raíces. Hitman: Absolution brinda una experiencia especialmente demandante, pero también gratificante, cuyos defectos radican en lo superfluo de una narrativa visceral pero sin sustancia y un mecanismo de progresión fallido.
Para quienes no lo conozcan y estén esperando una experiencia de corte UNCHARTED o Gears of War, va la advertencia de que esto no es un campo de tiro hollywoodense lleno de explosiones o motosierras, sino todo lo contrario. Jugar Hitman: Absolution es un ejercicio de paciencia y estudio de patrones, donde se premia el profesionalismo, el silencio y la creatividad. En otras palabras, entre menos disparos se hagan, mejor.
El contexto de Hitman: Absolution es la clásica historia del frío asesino que es bueno en el fondo. Por situaciones en las que no profundizaremos en esta reseña para no echar a perder nada, el Agente 47 tiene la encomienda de rescatar y proteger a una niña especial por la cual todo mundo está dispuesto a matar, lo que le viene perfecto a nuestro malencarado amigo de traje, pues matar es precisamente lo que mejor sabe hacer.
Como lo insinuamos líneas arriba, la historia no es de lo más intrigante ni tampoco se llevará un Oscar por su densidad o complejidad, pero tiene personajes interesantes aderezados con formidables trabajos de voz, así como captura de actuaciones. Cada uno de los villanos, desde el ambicioso Dexter con sus modos sureños e implacable crueldad, pasando por el desequilibrio de Wade y sus icónicos frenos hasta llegar al temeroso y pusilánime Lenny, todos tienen algo que los hace especiales.
En general, el tono del juego es ácido y violento, y el concepto visual es congruente con eso. Parecerá contradictorio, pero es cierto: en Hitman: Absolution, hasta los días más soleados proyectan algo de crudeza, quizá por la naturaleza de los paisajes desérticos, las minas, los sucios callejones, y los moteles y desoladas carreteras en las que se desenvuelve la historia. El del Agente 47 es un mundo descompuesto que te envuelve desde el comienzo.
A diferencia de entregas previas, el nuevo motor gráfico detrás de Hitman: Absolution, le permite introducir también ambientes altamente poblados con cientos de personajes a la vez. Y uno de los puntos más altos de la experiencia viene precisamente cuando se nos encomienda ejecutar a 3 blancos en medio de un tumulto de que se arremolina en el corazón del barrio chino para la celebración del año nuevo. No hay nada como abrirse paso entre la multitud, cobijados por un mar de caras, al tiempo que nuestra víctima termina arrinconada sin saberlo.
Otro de los aspectos interesantes de Hitman es que, fiel a su estilo, le da al jugador numerosas alternativas para cumplir un mismo objetivo que la mayoría de las veces es matar a alguien. Se puede recurrir al tradicional, eficiente y silencioso garrote, al sabotaje de bombas de gas, los explosivos, la comida envenenada, la electrocución, el golpe directo con una figura de escritorio, con un extintor, con un bat de béisbol, en fin. Aunque siempre existe la opción de sacar las silverballers o una escopeta y adoptar una aproximación, digamos más directa, cosa que no recomendamos, pues arrebata mucho del goce al juego.
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