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Los fanáticos de los shooters en primera persona de corte clásico viven uno de sus mejores momentos; desde hace algunos años, entregas que emulan los días de gloria de títulos como Doom, Hexen, Blood y Duke Nukem han inundado las tiendas de juegos del mundo. Dread Templar es el más reciente exponente en el movimiento que algunos conocen como el renacimiento del FPS retro y otros como boomer shooters. Dicha corriente comenzó con el celebrado Doom de 2016, pero fue adoptado por una creciente legión de desarrolladores a partir del debut de DUSK a inicios de 2018. Desde entonces, es que se dice que los FPS de corte clásico están de vuelta.
De regreso a lo básico
Esta estirpe de juegos utilizan la estética y escuela de diseño de aquellos FPS clásicos, es decir, una presentación visual rústica (producto de su época), bandas sonoras intensas, diseño de niveles laberíntico y un amplio arsenal. Dread Templar cumple al pie de la letra con esos requerimientos.
La presentación emula la estética de la época, con locaciones y enemigos con geometrías rudimentarias, y una paleta de colores minimalista inclinada a los ocres y las tonalidades apagadas, sin que sea un juego de un solo tono. De lo anterior me di cuenta a lo largo de la campaña, pues primero visité locaciones subterráneas como criptas y antiguos puertos con embarcaciones fantasmales, pueblos de pesadilla olvidados y hasta las puertas del infierno. Como ves, la variedad de locaciones es una de sus mejores características.
El soundtrack de Dread Templar es del calibre más alto y se encarga de mantener los ánimos y la emoción al máximo con notas industriales y guitarras eléctricas distorsionadas. Disfruté muchísimo la banda sonora, cortesía de John S. Weekley (@PRIMEVAL), pues es mucho más que un estruendo que te acompaña durante el combate; en más de una ocasión terminé con la melodía de la música en la cabeza y siguiendo el ritmo.
El diseño de niveles cumple como entrega del género: hay 5 episodios de campaña y sigue el formato clásico en el que grandes mapas laberínticos son testigos de una búsqueda frenética de interruptores y llaves que abren nuevas secciones del escenario. Dread Templar comienza sobriamente, primero presentando criptas y subterráneos, después hay un salto dimensional y, en ocasiones, la imaginación del creador conjura locaciones fuera de este mundo para entregar momentos de acción memorables. Me dio la impresión de que su extensión es aceptable, sin embargo, algunas me resultaron demasiado prolongadas y complejas.
Cuando decidí permanecer más tiempo mi objetivo era hallar los easter eggs y secretos regados en los escenarios. Encontré un pergamino con dibujos de celdas carcelarias tachadas y otro papel similar que eran un aviso para conectar los puntos y dar con el secreto. En otro nivel, encontré una pala y mi conducta obsesiva me llevó a todos los montículos de tierra en el escenario para ver si servía de algo. Con frecuencia, mi curiosidad era recompensada, así que Dread Templar tiene más de un truco bajo la manga aparte del combate.
Y justo respecto al combate, diré que cumple con los fundamentos que hacen divertidos e interesantes los FPS de corte clásico en los que cada arma cumple una función; por ejemplo, la escopeta es de mis predilectas, pues es una herramienta todo terreno para despachar a los enemigos débiles, pero mi favorita para derribar a las amenazas mayores es la escopeta doble. Además, disfruté en grande que los dedos se me hicieron nudos con los malabares que tenía que hacer presionando comandos en secuencia para hilar disparos e infligir la mayor cantidad de daño en el menor tiempo posible. Destrucción total. Además, la mecánica de bullet time ralentiza el tiempo para permitirte vaciar tus cargadores sobre un oponente poderoso o para despachar fácilmente oleadas de enemigos en situaciones apretadas.
Dread Templar tiene elementos RPG en forma de habilidades que modifican las propiedades y, en algunos casos, el comportamiento del armamento. Me pareció que es una implementación inofensiva porque después de ignorarla preferí poderes que hacían ligeramente más poderoso mi armamento o me permitían cargar más munición; sólo me detenía un segundo para inspeccionar si tenía alguna actualización; muy pocas veces experimenté con otras y regresaba a mi surtido rico de habilidades predilectas.
Cumple con la tarea...
En todo sentido, Dread Templar cumple al pie de la letra con lo que un juego necesita para pertenecer al movimiento del renacimiento de los shooters clásicos, sin embargo, creo que le faltó dar un paso para distinguirse del montón. Pienso que pudo beneficiarse con un sistema de movimiento profundo para cerrar con broche de oro la experiencia retro que busca. El personaje da cierta sensación de ligereza etérea porque parece que no tiene presencia en el mapa, como si flotara en el escenario. También me pareció que faltó que se atrevieran a ofrecer exploración fuera de lo convencional, pues es incompatible con técnicas avanzadas como el famoso rocket jump, y ya ni hablemos de conceptos avanzados como strafe jump.
No quiero decir que Dread Templar es un juego del montón, pues se levanta sólidamente por cuenta propia como una buena ejecución de un género que peligrosamente comienza a saturarse con entregas reiterativas y muy similares.
Para que quede claro, una de mis quejas es que el juego tarda un poco en despegar como FPS clásico, quizá por su curva de habilidad; me resultó monótono enfrentar a los mismos enemigos con las mismas 3 armas una y otra vez. Dread Templar es una experiencia de 1 sola nota durante las primeras horas. Incluso los enfrentamientos contra jefes sólo requieren habilidad para caminar en círculos mientras vacías todo tu arsenal sin pensar 2 veces en otra estrategia. Afortunadamente, esto cambia conforme acumulas horas de juego y los enemigos y el armamento ganan variedad, y es entonces cuando puedes ver sus fortalezas. El golpe de realidad me llegó apenas comencé un nuevo episodio, crucé un portal a una dimensión desconocida y me recibió una horda que corría hacia mí frenéticamente y tuve que enfrentarla con una carga y una ráfaga de todo mi arsenal. Después de pasar letárgicamente los primeros niveles, esta sección me despertó y avivó mi interés por seguir jugando.
Otro aspecto que me desesperó fue su sistema de guardado. Verás: Dread Templar te deja salvar la partida al interactuar con artefactos en locaciones específicas, además de tener puntos de guardado automático. El problema no era encontrar las locaciones especiales, sino que los controles son complicados y esa acción no puede resolverse rápidamente. Había que utilizar el puntero del mouse y hacer clic en el archivo de guardado. Es una acción muy engorrosa que pudo resolverse de manera automática.
Otro detalle poco emocionante son los enfrentamientos contra los jefes. Dread Templar intenta destacar con batallas épicas contra jefes de gran tamaño en arenas especiales, donde el reto consiste en mantenerse con vida. Es interesante aprender los patrones de ataque o alguna que otra mecánica especial, pero para acabar con los jefes basta presionar el botón de disparos y el comando de desplazamiento lateral. No sentí que los jefes tuvieran algo especial, aunque sus diseños son llamativos y evocan temor.
Algo atractivo de Dread Templar es que funciona como un paquete redondo que te dará muchas horas de diversión. Calculo que me tomó 10 horas terminar los niveles, sin embargo, pueden aumentar fácilmente si quieres agotar todas las posibilidades para encontrar cada secreto y actualización; incluso será más si la dificultad es más alta. Después de terminar la campaña se ofrece un modo New Game Plus, donde puedes recorrer la campaña en la que habrá más enemigos, pero puedes conservar tus armas y actualizaciones. Y no es todo: también incluye una modalidad Horda. Como ves, tú y solamente tú decides cuánto tiempo vas a jugar Dread Templar.
Larga vida a los FPS clásicos
Me gustó el tiempo que pasé con Dread Templar, en especial cuando el juego despegó y comenzó a ofrecer un reto a la altura de los mejores exponentes dentro del joven subgénero FPS retro. Lo verdaderamente sorprendente es que, en su mayoría, el proyecto fue desarrollado por una persona; sólo bastó una pantalla estática de créditos para mostrar a los que trabajaron en juego y la mitad es para el equipo de distribución. Verdaderamente sorprendente. Por otro lado, pienso que le faltó un poco de trabajo para destacar verdaderamente, quizá manejando de otra manera el sistema de actualizaciones o las batallas con los jefes. En cualquier caso, Dread Templar es una buena entrega que entiende los fundamentos clásicos del género y contiene momentos llenos de adrenalina en combates pulidos y llenos de emoción. Sin duda, una entrega sólida que recomiendo probar.
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