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Nos encontramos en un mundo completamente extraño, un lugar infestado de criaturas en verdad extravagantes. Eres Ash, un conejo muerto y príncipe del inframundo- armado hasta los dientes y con sed de venganza contra aquellos que descubrieron y decidieron publicar en Hellnet una foto que revela tu secreto más oscuro e íntimo: tomar la ducha con un patito de hule. Lo peor es que 100 monstruos han visto la vergonzosa imagen, así que te aventuras a lo largo y ancho del infierno para recuperar la evidencia y borrar del mapa a todos los que conocen tu secreto.
Esta es la historia que viviremos en Hell Yeah! Wrath of the Dead Rabbit, la nueva propuesta de acción y plataforma en 2D de Arkedo Studio, desarrollador independiente que si bien no ha tenido una colaboración significativa en la industria de los videojuegos, en esta ocasión participa en la creación de un título que, pese a no ser algo fuera de lo ordinario, resulta muy entretenido y divertido.
Decir que un juego pertenece al género de plataforma es casi dar por hecho que nos encontramos ante un título lineal cuyo objetivo principal es avanzar de un punto a otro. No es el caso de Hell Yeah!, pues aunque sus niveles son muy sencillos, también son extensos y están diseñados para que los visitemos de manera constante, y es que habrá áreas a las que no podrás acceder hasta encontrar la habilidad o herramienta necesaria. En este sentido digamos que es algo comparable con títulos sidescrollers como Metroid Fusion y Shadow Complex.
Ash es un conejo iracundo y violento, que tiene razones para serlo. Estas características lo hacen buscar destazar a cada uno de los monstruos del juego de las maneras más grotescas y violentas posibles, para lo que usa un sinnúmero de armas entre las que destaca su Driller: una mochila-cohete con una enorme sierra que también funge como perforador para abrirse paso en ciertas zonas de los niveles. Esta será tu herramienta principal a lo largo de la historia y podrás mejorarla igual que al resto de las armas, conforme progreses, agregando nuevas mecánicas al juego, lo que evita que sea repetitivo.
Ahora bien, disparar y mutilar a todo lo que se mueva no es lo único que tienes que hacer. De hecho, agotar la barra de vida de cada uno de los 100 monstruos no basta para derrotarlos, pues se activan unos pequeños y rápidos minijuegos que van desde una simple secuencia de botones para apretar hasta carreras y juegos de tiempo y agilidad mental que debes completar como requisito para matarlos. Aunque sencillos, son un agregado que le da variedad al gameplay y ayudan a evitar momentos tediosos y monótonos.
A todo esto hay que agregar el humor irreverente y divertido presente en el juego en todo momento, a través de diálogos escritos de todos los personajes, de sus murmullos, de los nombres e incluso del aspecto físico. Además, hay muchos momentos que hacen alusión a títulos clásicos e icónicos, por ejemplo morir al estilo Mega Man, con secuencias parecidas a Space Invaders, niveles similares a Gradius y hasta un pan tostado gigante que sale de la esquina inferior derecha de la pantalla para gritar Toasted cuando incineras a ciertos enemigos, una clara referencia a Mortal Kombat. Son muchos los tributos que encontrarás y que harán más amena tu experiencia de juego, algunos tan inesperados que te harán reír y te llevarán a buscar más.
[p]Casi todo lo que ofrece el juego es agradable y positivo, sin embargo, hay ciertos elementos y aspectos técnicos que debieron tratarse con más delicadeza. Por ejemplo, los tiempos de carga al iniciar o retomar tu partida son largos, algo que realmente no tendría por qué suceder y menos en un juego que es descargable; los checkpoints son inconsistentes y en ocasiones poco convenientes, y es que si llegas a morir, estos a veces te colocan en situaciones absurdas y con una barra de vida en un estado crítico, lo que agrega complicaciones innecesarias y a veces algo frustrantes; también hay peleas contra jefes que llegan a ser experiencias sin dificultad alguna, y resultan más desafiantes los obstáculos y monstruos de los niveles.
La apariencia de caricatura de Hell Yeah! es colorida y nítida, se asemeja a la de títulos como Castle Crashers y Alien Hominid lo que es bastante gratificante y que se acopla perfectamente al mundo tan absurdo que lo forma, que de ninguna manera es malo. En conjunto con un apartado sonoro y efectos especiales que van acorde a las situaciones que se presentan, nos da como resultado una de las entregas más humorísticas que hayamos visto en los últimos años.
Hell Yeah! Wrath of the Dead Rabbit es una interesante propuesta que no le pide nada a otros títulos del género. Es el ejemplo claro de lo que debe ser un juego divertido y nos recuerda que no es necesaria una historia profunda y gráficos espectaculares para entregar mecánicas atractivas y muchas horas de entretenimiento; una opción ampliamente recomendable que te hará pasar un bueno rato con una que otra risa de vez en cuando, algo poco frecuente en un videojuego.
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