Ante la tendencia reciente de revivir clásicos de antaño, SEGA decidió reinventar Shinobi, reescribiendo su código genético para atrapar a los jóvenes entusiastas del pixel, pero sin desvanecer la esencia de la nostalgia que causa en los guerreros ninja veteranos. El resultado es un tributo al primer título de la serie, esa leyenda del ninjutsu en el ámbito del videojuego, que con esta nueva versión nos impone desafíos monumentales a cambio de ofrecer una de las experiencias más sofisticadas en los títulos actuales de plataforma.

En lugar de tomar control de Joe Musashi, el protagonista del Shinobi clásico de 1987, estamos ante la perspectiva de su mentor y progenitor, el honorable Jiro, líder del clan Oboro. Es así que comienza la aventura en los albores del Japón feudal (1256 para ser exactos) y como sucedería durante un día normal en la vida de este sujeto, su aldea es atacada por el despreciable clan rival Zeed; la extravagancia es que en la defensa de su pueblo, el héroe es arrastrado a un vórtice que lo llevará ochocientos años al futuro y a enfrentar su destino.

El hilo argumental se mantiene simple, y en ocasiones es confuso debido al estilo narrativo abstracto –o poético– de los diálogos. Pero no importa si no entiendes la historia, es seguro que la disfrutarás, amén de su estimulante presentación visual. El arte es atractivo y aún si los cinemáticos que intentan explicar los eventos de la trama tienen poca animación, son efectivos para capturar tu atención, claro también gracias a la excelente musicalización con toques orientales que viste toda la experiencia de juego.

Entrando en materia de la misión, todo ninja que se digne maestro de las artes oscuras debe contar con un repertorio de ataques y acrobacias acorde a su fama, para fortuna de una aventura más envolvente, en Shinobi cuentas con dicho arsenal. A tu disposición está el uso de una katana para ataques cuerpo a cuerpo, y kunai (pequeñas dagas) que contrarresten enemigos a distancia, además de diferentes tipos de salto; combinar las estas tres acciones resulta en una serie de recursos que constituyen el robusto esquema de combate. A esta cualidad se suman habilidades mágicas que dependiendo su tipo, causan un efecto diferente tanto en enemigos como en el audaz personaje principal.

Citando un contexto diferente, podría decirse que ante la complejidad del control es difícil evitar las diferencias con Dark Souls; al igual que el desafiante título de From Software, ésta apuesta de ninjas pone énfasis en desafiar tu destreza en la prestidigitación de los botones. Y es que debes realizar con precisión extrema cada una de las maniobras, sea rebotar en las paredes, caer desde el aire en un ataque fugaz, o barrerte por el suelo para evitar el sablazo de tu contrincante. Quien se lleva el mérito de exigencias es el botón para bloquear, pues al no darte oportunidad de mantener tu guardia levantada, impone la necesidad de presionarlo para cada uno de los golpes que lance el enemigo en dirección del protagonista. Si lo que buscas es alcanzar el mayor puntaje, es imprescindible dominar todas las técnicas y debemos advertirte que la exactitud es fundamental. Lo anterior es especialmente válido al momento de saltar y evadir los obstáculos, ya que aunque el control está muy bien diseñado, los niveles no del todo.