Japón alguna vez lideró las tendencias de la industria del pixel, pero de aquella época dorada para el País del sol naciente ya sólo queda un vago recuerdo y la creatividad que ostentaban ha decaído dramáticamente. Esta situación es especialmente preocupante para los desarrolladores nipones, entre los cuales Keiji Inafune y otros, han expresado ácidas críticas. A las voces de protesta se suma Akira Yamaoka, actual productor de audio para Grasshopper Manufacture y a quien se le conoce por su magistral trabajo de musicalización en las primeras entregas de Silent Hill.
En opinión de Yamaoka, la escena de desarrollo en su nación está enfrentando severas dificultades, pero la razón puede deberse a que se alcanzó el límite de capacidad, y hace falta admitirlo. Pero más que una cuestión de talento, se refiere al entendimiento del mercado mundial, y no cerrarse a la audiencia doméstica. Según el afamado compositor, la creación de videojuegos es un servicio, si un estudio no puede o no desea aceptar las necesidades de los consumidores alrededor del mundo, no será posible proveer el entretenimiento que esperan.
A la luz de las quejas, es importante recalcar que cada vez son menos los exponentes japoneses que posicionan un título en los primeros lugares de ventas, y el privilegio usualmente atañe a producciones de Nintendo; por otro lado, la conciliación de estudios occidentales con la filosofía de diseño de Japón no ha resultado del todo positiva, el caso reciente de Resident Evil: Operation Raccoon City lo ejemplifica a la perfección. La contradicción es que aún aquellos que han manifestado su molestia, han tenido dificultades para seguir un rumbo diferente de su industria; en el caso de Yamaoka, su título más reciente, Sine Mora, se perfila como un paso saludable, si bien poco innovador.
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