Era un miércoles, el 24 de noviembre de 1971. Un avión Boeing 727 salía del Aeropuerto Internacional de Portland y tenía como destino la ciudad de Seattle, Washington. Uno de los pasajeros era un hombre llamado Dan Cooper.
Después de abordar, Cooper se sentó en la última fila del avión. Y antes de que la nave despegara, le dio una carta a una azafata llamada Florence Schaffner, que se encontraba sentada en un asiento plegable cerca de la salida trasera. Ella pensaba que era un número telefónico, y la tomó. La nota decía “Tengo una bomba en mi maletín. La usare si es necesario. Quiero que se siente junto a mi” luego Schaffner le pidió que escribiera sus demandas. Cooper demandaba 200.000 dólares en billetes de 20, sin marcar y dos sets de paracaídas los cuales se tenían que entregar cuando el avión aterrizara en el Aeropuerto Internacional de Seattle, Tacoma. De lo contrario, si no se cumplían sus demandas, haría estallar el avión. Luego de que la auxiliar le dijera a los de la cabina sobre Cooper, se contactaron con el control de tráfico aéreo de Seattle, quienes llamaron a la policía de Seattle y el FBI. Para seguir el rastro de Cooper, el FBI decidió usar billetes impresos en 1969 y específicamente cuyo número de serie empezase con la letra L. Los 10.000 billetes de 20 fueron pasados rápidamente por un dispositivo Recordec (o como se escriba) el cual creaba una fotografía de cada uno y así pudieran grabar los números de serie. Cuando el avión aterrizó en Seattle, un empleado de Aerolíneas se acercó al avión para entregar los billetes y los paracaídas a la azafata por las escaleras traseras. Pocos minutos después, Cooper libero a los pasajeros y a la azafata Schaffner, pero retuvo a los demás miembros de la tripulación y ordeno que el avión sea reabastecido de combustible. Y después del reabastecimiento y revisar los objetos ordeno que el avión despegara (Que redundante que soy la puta madre). Los de la cabina de mando estaban confundidos porque nadie había intentado nunca saltar en paracaídas desde un avión comercial secuestrado. Decidió que volaran hacia México, DF en una velocidad baja de 320kms p/hora y a una altitud de 3.000 mts. Y que dejaran la cabina despresurizada para salir más fácil del avión. Pero el avión solo podría volar 1600 kms bajo esas condiciones. Así que decidieron volar hasta Reno, Nevada. En donde se reabastecerían de nuevo. Mientras toda la tripulación estaba en la cabina, Cooper intentaba abrir la puerta trasera, y cuando sintieron un cambio de presión en la cabina, en ese instante, Cooper había abierto la puerta trasera y había saltado del avión. Esta fue la última vez que se supo de él. En ese momento, el avión estaba volando por una tormenta y la nubosidad impedía ver el suelo. Cuando el avión por fin aterrizo en Reno los agentes subieron para buscar cualquier evidencia que hubiera dejado. Encontraron huellas dactilares, una corbata con un alfiler madre perla, 8 colillas de cigarrillo y dos de los cuatro paracaídas. Pero no había ni rastro del maletín de Cooper, del dinero, de la bolsa que contenía el dinero y de los dos paracaídas restantes. Las personas que habían tenido contacto con Cooper adentro del avión en tierra, fueron interrogadas para crear un retrato. Esto fue lo que salió:
A fines del año 1971 y principios del año siguiente los agentes hicieron búsquedas a pie, en helicópteros y en botes donde se creía que Cooper hubiera aterrizado, pero no se encontró rastro del secuestrador ni del paracaídas y no se conocía el momento exacto del salto. Era de noche y desde el avión no se podía ver el suelo, así que el FBI cree que Cooper no sabía dónde iba a aterrizar, así que seguramente no había un cómplice en tierra que lo ayudara a escapar. Para que el FBI pudiese rastrear los 10.000 billetes de 20 dólares, dio a conocer los números de serie a bancos, compañías, y otros medios de negocios.
En noviembre de 1976, varios periódicos con el permiso del FBI publicaron los números de serie y una recompensa de entre 1.000 y 5.000 dólares para quien entregue uno de los billetes. Pero aunque hubo personas tratando de encontrarlos, ninguno de los bancos recibió ninguno de los billetes. Pero años más tarde, nuevas evidencias empezaron a
aparecer.
En febrero de 1980 un niño de 8 años llamado Brian Ingram estaba de picnic con su familia en el rio Columbia. Cuando caminaba a las orillas del rio encontró 294 billetes de 20 dólares que aún estaban atados en bandas elásticas. Eran en total 5.880 dólares. Y los números de serie coincidían con los billetes que se le entregaron a Cooper pero todos estaban semidestruidos. Estas evidencias ayudaron a la creencia del FBI que Cooper no sobrevivió al salto, ya que era poco probable que un criminal dejase parte del botín por el que arriesgo su vida. El resto del dinero sigue perdido. El FBI retuvo más de 1.000 sospechosos y todos fueron descartados como el verdadero D.B Cooper. A día de hoy no se sabe que paso con Cooper, la localización del resto del dinero ni nada, y seguramente nunca se resuelva.
Este caso, fue tan importante para las aerolíneas mundiales y el FBI que gracias a él ahora hay detectores de metales y los empleados revisan los maletines de cada pasajero antes de los vuelos.
Bueno hice este post para que sepan sobre este caso tan interesante. Lo saque de un video de un youtuber llamado ridiculeando, les recomiendo mucho su canal, tiene videos muy interesantes y es de esos pocos loquenderos que saben usar Loquendo sin decir groserías cada 5 segundos. De echo casi no se nota que usa el sintetizador de voz. Aquí el link.
https://www.youtube.com/user/ridiculeando
Y yo transcribí la mayor parte del video para aquellos que prefieren leer.
Saludos.
