Existen obras literarias que solo buscan el entretenimiento, pero también hay libros que recrean el espíritu humano de manera estética por medio de las letras, esas obras que te deben de dejar marcado o al menos expander tu conocimiento sobre la humanidad y en el mundo en que habitamos. Leer un verdadero buen libro equivale a visitar el mundo o mente de un autor, y muchas ocasiones nos pone a pensar y a ser más críticos.
Una buena novela-corta que debería de ser leído por muchas personas es la obra de Demian, escrita por Hermann Hesse. Tal vez no sea una novela compleja, sin embargo tampoco es su objetivo serlo, su belleza estética radica en el auto cuestionamiento de la moral, sí, ese código que se nos inculcan desde pequeños y que a una edad determinada comenzamos a hacernos más preguntas sobre ella. Demian retrata la vida de un niño llamado Sinclair pasando a su fase adolescente para al final llegar a su etapa adulta y madura. Cabe recalcar que la obra resulta por sí sola interesante al darnos cuenta en los primeros mínutos que más allá de desarrollar varios arcos argumentales se trata más bien de un interesante psicoanálisis del protagonista: Nos van exponiendo de manera gradual los temores y los anhelos del personaje aunado a ello a sus contradicciones como individuo y su confusión que vive en el mundo.
Vale la pena señalar que la novela tiene un fuerte contexto con la primer guerra mundial, por lo que tiene cierta alegoría y crítica socio-política de este hecho histórico, claro, de una manera un poco sútil ya que el principal objetivo de la obra es darnos un mensaje sobre el auto descubrimiendo como ser humano.
A continuación expondré un pequeño párrafo del tal mentado libro.
"sé lo que vas a decirme ------continuó resignado----¡siempre tropieza uno con lo mismo! Es éste uno de los puntos en los que se ve claramente los defectos de esta religión Todo este Dios de la antigua y nueva alianza es, desde luego, una figura extraordinaria, pero no es realmente lo que debería de ser. Es lo bueno, lo noble, lo paternal, lo bello y también lo elevado y lo sentimental. ¡Está bien!. Pero el mundo se compone también de otras cosas. Y todas estas cosas se adjudican sencillamente al diablo, toda esa parte del mundo, toda esta mitad, es encubierta y silenciada. Se glorifica a Dios como padre de toda vida y se oculta y silencia la vida sexual, fuente y sustrato de la vida misma, declarándola pecado y obra del demonio. No me opongo lo más mínimo a que se adore a este Dios Jehová. Pero creo que debemos adorar y santificar al mundo entero en su plena totalidad, y no tan sölo a esta mitad oficial, artificialmente disociada" Demian