A 4 años del estreno de Xbox Series X|S y PS5: una generación en el limbo que ya no tiene salvación

Sony y Microsoft pasan por una transición que se siente insípida y decepcionante


Tecnología de punta, los mejores servicios y muchos juegos. Fue eso lo que Microsoft y Sony nos prometieron en 2020, cuando revelaron la 9.ͣ generación de consolas. Sólo era cuestión de esperar para conocer todo el potencial de PlayStation 5 y Xbox Series X|S… o eso creíamos.

Han pasado 4 años desde su lanzamiento y ese brillante futuro no ha llegado, al menos no como nos lo prometieron ni como lo imaginamos. Basta con visitar los foros y las redes sociales para saber que hay un descontento con la generación actual. Muchos jugadores sienten que no termina de definirse y que, pase lo que pase, no se consolidará. ¿Qué salió mal? ¿Existe alguna forma de salvarla?

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Power your dreams o el potencial desperdiciado

Viajemos al pasado para entender por qué esta generación de consolas ha sido tan decepcionante. En 2019, Phil Spencer nos tomó por sorpresa cuando reveló el Xbox Series X en The Game Awards. Nos mostró un futuro prometedor, encabezado por Halo, Senua's Saga: Hellblade II y el eslogan “Power Your Dreams”, digno de la consola más poderosa del mercado.

Tiempo después, Microsoft también anunció el Xbox Series S, un sistema diseñado para ofrecernos lo mejor de la nueva generación con unos cuantos sacrificios, pero con la ventaja de tener un precio accesible.

La compañía presentó sus flamantes sistemas con una alineación de juegos aceptable, aunque insuficiente para estrenar un nuevo hardware e inaugurar una generación. Sin embargo, tenía un as bajo la manga: Xbox Game Pass, que para entonces ya era el mejor servicio de la industria.

Un lanzamiento que lucía muy prometedor para Xbox
Un lanzamiento que lucía muy prometedor para Xbox

La nueva generación de Xbox lucía increíble: una consola potente, un sistema económico, la mejor retrocompatibilidad, una alineación sólida de estudios y, sobre todo, muchos juegos. Parecía que la marca por fin había aprendido de sus errores con Xbox One y que estaba lista para tomar un mejor rumbo. No obstante, siguió arrastrando muchos de sus problemas del pasado y, por cada cosa buena, salían 2 o 3 malas.

El desencanto llegó pronto, cuando notamos que la interfaz de las nuevas consolas, su control y la experiencia en su conjunto se sentía muy similar a la de Xbox One y One X. Sí, había mejoras en los tiempos de carga, novedades como Quick Resume, FPS Boost y los juegos lucían mejor, pero la sensación de que faltaba algo fue general.

"En lugar del emocionante salto que esperábamos, todo se sintió simplemente como una mejora de lo ya existente".

Como jugadores, deseamos que un cambio generacional redefina o, al menos, cambie mínimamente lo que implica jugar en una consola. Queremos nuevas tecnologías y disfrutar experiencias que sólo un hardware de última generación es capaz de ofrecer. Anhelamos más que sólo mejoras técnicas y buscamos algo que refleje el salto de generación, justifique nuestra inversión y llene nuestras expectativas.

La cuestión es que Xbox decidió ser sumamente continuista. En la generación de Xbox One falló al entregar juegos, pero dedicó esos años a consolidar su ecosistema y sus servicios, que son la base de todo su negocio. En lugar del emocionante salto que esperábamos, todo se sintió simplemente como una mejora de lo ya existente y, obviamente, nos cuestionamos si la transición valía la pena.

Por otro lado, los problemas con la gestión de estudios persistieron. El retraso de Halo Infinite, sus posteriores tropiezos y la crisis de 343 Industries son una clara muestra de ello. A la vez, los nuevos proyectos de The Initiative, Rare, Undead Labs, The Coalition y otros estudios brillaron por su ausencia. El lanzamiento de Xbox Series X|S se sintió insípido y poco emocionante, pues llegaron sin un juego insignia que demostrara su potencial.

La crisis en Xbox Game Studios aún no acaba
La crisis en Xbox Game Studios aún no acaba

La solución fueron los juegos intergeneracionales con mejoras, títulos retrocompatibles, el catálogo de Game Pass y juegos de terceros que ayudaron a llenar el vacío, pero sin ofrecer una propuesta que diera el verdadero banderazo de inicio a la generación. Incluso ahora, seguimos esperando títulos que han sido una promesa desde hace varios años, como Everwild, Perfect Dark y más.

Microsoft sacó la cartera e invirtió millones de dólares para comprar Bethesda y Activision Blizzard. Fue un movimiento maestro que ha potenciado sus ganancias y que nos ha dado grandes juegos en sus servicios. Pero no todo es tan genial como aparenta, pues a cambio nos dejó cosas como Redfall; múltiples oleadas de despidos; el cierre de Tango Gameworks, Arkane Austin, Alpha Dog Games y Roundhouse Games; y una extensa novela donde los protagonistas fueron Call of Duty y los reguladores. Si no fuera por los millones de Microsoft y sus flamantes compras, ¿dónde estaría Xbox?

Sí, “Power Your Dreams”... siempre y cuando tus sueños no corran a 4K y 120 fps".

La compañía resolvió a medias su crisis de contenido y los exclusivos siguieron llegando a cuenta gotas. Algunos de ellos, como Halo Infinite, no cumplieron las expectativas. Mientras que producciones como Senua's Saga: Hellblade II pasaron sin pena ni gloria, a pesar de las altas expectativas que generó en su revelación.

Luego está la cuestión de las consolas y su potencial. Todos esperábamos que esta generación alcanzará la meta que PS4 Pro y Xbox One X dejaron en el horizonte, es decir, juego con buenas resoluciones y 60 fps o, al menos, un estándar con tasas de cuadros sólidas. Xbox Series X es una gran consola, pero es angustiante como han pasado 4 años y ningún estudio ha demostrado hasta ahora su verdadero potencial. Sí, “Power Your Dreams”... siempre y cuando tus sueños no corran a 4K y 120 fps.

Un gran potencial que se siente desaprovechado hasta ahora
Un gran potencial que se siente desaprovechado hasta ahora

El caso de Series S es particular, pues su potencial y desempeño ha quedado a deber en varias ocasiones. Ha provocado que Xbox se quede sin importantes lanzamientos, como ocurrió con Baldur's Gate 3 y con otros títulos más recientes. Al final, la promesa de la paridad técnica fue un dolor de cabeza para Microsoft y los desarrolladores. También resulta curioso cómo la consola menos potente ha sido la más promocionada y vendida en una generación donde la potencia era lo importante.

Ahora bien, lo técnico es el menor de los problemas para muchos dueños de las consolas, que ahora se sienten como usuarios de segunda clase. La estrategia multiplataforma de Xbox trajo cambios importantes que generaron un descontento en ciertos fans. Y no es para menos, pues da la impresión de que la marca se esfuerza para que sus consolas sean la peor alternativa para disfrutar su ecosistema.

Durante los últimos meses, Microsoft ha tomado varias decisiones que le han restado atractivo. Sabemos que los exclusivos ya no son una prioridad y que el ecosistema de Xbox se puede disfrutar sin la necesidad de las consolas. Por otro lado, hay juegos distribuidos por Xbox Game Studios que llegan primero a Steam que a Series| X|S. Por si fuera poco, los usuarios de los sistemas son los que más deben pagar más para disfrutar al máximo sus servicios. Por estos y otros motivos, sus fans ahora se cuestionan si de verdad vale la pena disfrutar el ecosistema de Xbox en una de sus consolas o es mejor hacerlo desde cualquier otro dispositivo.

Una nueva estrategia que no ha sido del agrado de todos
Una nueva estrategia que no ha sido del agrado de todos

A esto hay que sumar los aumentos en los precios de Xbox Series X|S, sus juegos, sus accesorios y sus servicios. Eso nos lleva a Xbox Game Pass, plataforma que experimentó importantes cambios desde que inició la generación. Sigue siendo una ganga, pero ya no es tan amigable como antes. Su oferta de títulos se ha reducido y la alineación de algunos meses deja mucho que desear. Además, su plan Standard para consolas ya no ofrece estrenos de día 1, lo cual es decepcionante.

A pesar de todo esto, hay que reconocer que Xbox está en uno de sus mejores momentos desde hace varios años; sin embargo, lo cierto es que su generación ha quedado a deber en apartados muy importantes, al igual que la de su principal competidor, PlayStation.

Play has no limits o cómo perder una buena racha

Sony reveló el PlayStation 5 en un evento lleno de impactantes exclusivos que nos maravillaron. Marvel’s Spider-Man: Miles Morales, Horizon Forbidden West, Ratchet & Clank: Rift Apart, Demon’s Souls, Gran Turismo 7, Returnal y más sólo fueron una probadita de lo que ofrecería la nueva generación.

La estrategia era clara: aprovechar el éxito de PS4 y repetirlo con atractivos exclusivos para mantenerse en la cima. Sin embargo, surgió un problema con nombre y apellido. Jim Ryan dio un giro inesperado a la dirección de la marca, lo que afectó a sus talentosos estudios y creó una crisis que sigue en marcha.

Era una generación donde PlayStation quería superar sus límites y ofrecer una experiencia de gaming vanguardista. Sin embargo, su slogan “Play has no limits” quedó enterrado y todo se convirtió en una serie de barreras y decepciones que han definido sus últimos 4 años.

PS5 tuvo un inicio de generación aceptable, pero pronto decayó
PS5 tuvo un inicio de generación aceptable, pero pronto decayó

PlayStation 5 nos prometió la experiencia más inmersiva e increíble de la marca. Esto gracias a la tecnología háptica del DualSense, el audio 3D, el regreso de la realidad virtual con PS VR2 y un SSD mágico que eliminaría los tiempos de carga. Incluso, Sony tuvo la osadía de anunciar soporte 8K y presumirlo en la caja del sistema.

Si bien hubo mejoras y novedades en la experiencia de juego, muchos se sintieron decepcionados y llegaron las primeras polémicas. Sony aumentó el precio de sus títulos, empezó a cobrar $10 USD por actualizaciones de nueva generación, la renovación de PS Plus no fue lo que esperábamos y PlayStation Studios ya no cumplía con su habitual ritmo de lanzamientos.

"El problema para PlayStation llegó con la crisis de contenido, que nació por su obsesión de convertirse en el nuevo rey de los juegos como servicio".

A esto hay que agregar una serie de títulos exclusivos que fueron un auténtico desastre, como Destruction AllStars, Godfall, Forspoken, Babylon’s Fall, Foamstars y, por supuesto, Concord, al que regresaremos más adelante. El verdadero problema para PlayStation llegó con la crisis de contenido, que nació por su obsesión de convertirse en el nuevo rey de los juegos como servicio.

Sony tuvo la genial idea de poner a sus talentosos estudios, expertos en juego single-player, a desarrollar juegos como servicio. Invirtió millones en la compra de Bungie, Firewalk Studios, Haven Studios y demás compañías para reforzar esta estrategia que, claramente, fue un rotundo fracaso.

PlayStation quedó a deber en juegos y gestión de estudios en esta generación
PlayStation quedó a deber en juegos y gestión de estudios en esta generación

Los golpes no tardaron en llegar y la crisis en PlayStation Studios se hizo evidente con una sequía de lanzamientos y cancelaciones de proyectos, como The Last of Us Online. La compañía recurrió pronto a remasterizaciones, remakes y relanzamientos que francamente nadie pidió.

También fuimos testigos del cierre de PixelOpus, London Studios, Neon Koi y el ya mencionado Firewalk Studios, responsables del mayor fracaso en la historia de la marca. Concord resume a la perfección el estado actual de PlayStation, donde todo suena genial sobre papel, pero sólo quedan promesas vacías y expectativas sin cumplir tras una mala ejecución.

Por supuesto, la falta de grandes juegos se tradujo en eventos poco atractivos que preferimos olvidar. Así como Sony prácticamente ya dejó en el pasado al PS VR2, que perdió el poco soporte que tenía en tiempo récord. Luego tenemos hardware como el PlayStation Portal, que sumó poco al ecosistema de la marca.

"Sí, mejor hardware, pero más costoso y todo para disfrutar los mismos juegos de hace años".

PS5 Slim y PS5 Pro llegaron con la intención de inyectar frescura a la generación, pero sólo se sintieron como un pretexto de Sony para volverse a llenar los bolsillos. La compañía empezó a vender su hardware por partes y sin ofrecer esos exclusivos que justificaran la inversión. Sí, mejor hardware, pero más costoso y todo para disfrutar los mismos juegos de hace años.

PlayStation simplemente desperdició su buena racha y ahora parece atrapado en un ciclo de lanzamientos que no terminan de conectar con su base de fans. Lo preocupante es que su crisis actual no parece tener un final cercano.

Una generación transición

Aceptémoslo: Xbox y PlayStation no han hecho todo mal, sobre todo si tomamos en cuenta que la generación inició en un contexto bastante complicado. La pandemia causó un desastre en las cadenas de suministro y distribución, escasez de componentes e implicó un reto sumamente difícil de superar para los desarrolladores. Pese a esto, hemos tenido algunos exclusivos destacados y muy buenos juegos de terceros.

La industria pasa por una crisis general que pone entre la espada y la pared a todos, incluso a los gigantes que la dominan, como a Nintendo. El malestar con la generación también se debe en gran medida al estado actual del sector, donde la innovación creativa queda en segundo plano, tenemos lanzamientos llenos de problemas, pocas franquicias nuevas que no reciben el apoyo esperado, una obsesión con los AAA y los juegos como servicio, despidos a diestra y siniestra, expectativas de ventas irreales y muchos otros problemas.

Esto ha provocado que la generación de Xbox y PlayStation sea una etapa de transición y se sienta tan desabrida. Ambas compañías buscan ajustar su negocio a los tiempos venideros llenos de incertidumbre y riesgos. Por un lado, Microsoft está ocupado en una reestructuración profunda de su división de juegos. La nueva estrategia multiplataforma y los cambios de liderazgo eran un lavado de cara que Xbox necesitaba desde hace tiempo para cumplir sus ambiciosos planes de crecimiento.

PlayStation y Xbox están en un etapa de transición que "arruinó" la generación
PlayStation y Xbox están en un etapa de transición que "arruinó" la generación

Por el otro, PlayStation intenta sobrevivir a una de sus peores crisis y minimizar las pérdidas, por lo que está en un situación vulnerable a pesar de sus números verdes. Se aferra a esa corona que tuvo en la época de PS4, pero sabe muy bien que está en una peligrosa encrucijada.

La generación actual aún tiene varios años por delante; sin embargo, parece poco probable que alcance el nivel de innovación que imaginamos en algún momento. Como una etapa de transición, resulta difícil pensar en una redención total, aunque confiamos en que sus logros serán la base para el verdadero salto que esperamos y que llegará en la próxima generación.

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