¡Te doy la bienvenida una vez más! Me da mucho gusto que estés aquí. Hoy estaremos visitando de nuevo el mundo arcade con un título cuya premisa es aparentemente muy simple, pero que marcó ciertas pautas en la industria a mediados de los 80 de la mano de la icónica Sega que en aquel entonces sorprendía al mundo con propuestas tanto de hardware como de software. Pongámonos todos el cinturón de seguridad y comencemos.
Out Run es un juego que se adelantó a su tiempo y no sólo por su contenido, sino por la manera en la que se jugaba. Aunque existieron varios diseños, el gabinete que yo conocí era una cabina con un asiento y los controles consistían en un volante, palanca de velocidades y un par de pedales. Sega decidió echar toda la carne al asador y regalarnos una experiencia muy inmersiva que nos hiciera sentir como si de verdad estuviéramos viajando. La premisa era muy sencilla: echabas tu moneda o tu ficha y en pantalla aparecía el tablero del coche con una mano en la perilla del radio. Con el volante podías elegir la melodía que habrías de escuchar a lo largo de todo tu trayecto. Este aparentemente menor detalle ya nos dejaba ver que la propuesta de Out Run estaba pensada para ser diferente. Con eso ya estabas listo(a) para presionar el acelerador de tu Ferrari Testarossa Spider y enfrentarte al tránsito a través de distintas localidades.
Algo que me llamó la atención fue que el creador de Out Run, Yu Suzuki, en primera instancia quiso tomar inspiración de Estados Unidos para crear los diferentes entornos del juego, pero los mandamases de Sega le “sugirieron” que volteara hacia Europa. ¿Te imaginas? Suzuki se aventó un viaje por distintas partes de aquel continente tomando fotografías y rescatando algunas ideas. Por ejemplo, en Mónaco fue donde tomó la decisión de usar un Ferrari Testarossa Spider como el vehículo principal dentro de su creación. Lo que me parece muy curioso es que Out Run, por lo menos para mí, se siente como un juego muy de este lado del charco, con una influencia estadounidense muy fuerte. Esa siempre fue mi idea cuando comencé a jugarlo. Recuerdo que la primera escena me hacía sentir como en Miami o algo así, además de que prácticamente me la aprendí de memoria porque nunca llegué muy lejos, la verdad.
Una cosa que me molestaba, sobre todo por tratarse de un juego arcade, era no poder continuar en el punto en el que habías perdido al depositar otra moneda; es decir, aunque tuvieras varios créditos, debías empezar desde el principio, lo cual me parecía una decepción tremenda, ya que casi todos los juegos arcade de aquella época estaban diseñados de manera que el jugador se sintiera motivado a seguir echándole para continuar avanzando. No es un juego largo, pero creo que esa deficiencia rompe un poco la experiencia.
En el apartado gráfico, Out Run incorporó elementos que marcaron pauta para juegos subsecuentes del género. Se nota una muy buena fluidez al ir recorriendo los caminos y los efectos de giro de la carretera están muy bien trazados, además de que están muy bien empatados con la física del coche. Un reto especial para el equipo desarrollador fue trabajar con tan distintas ubicaciones. Aunque el lienzo obviamente es el mismo, se agradecen los muchos detalles que se agregaron a cada paso del recorrido, no sólo en términos de la escenografía, sino también con efectos de luz, por ejemplo, al atardecer. Con todo esto el recorrido no se hace nada monótono y te da una sensación de progreso muy especial a pesar de la brevedad del viaje.
Recuerdo que alguna vez jugué Out Run acompañado por mi padre. Le pareció muy atractivo usar un volante para manejar, porque le gustaba mucho esa actividad. Al verme jugar, me decía: “sólo mantente en tu carril. Mientras te mantengas en un carril, no habrá problema”. Tal vez sin querer me dio un consejo para salir bien librado de Out Run, pero también para la vida. Siempre que voy manejando o que vuelvo a visitar esta joya de Sega, recuerdo esa frase.
“Sólo mantente en tu carril. Mientras te mantengas en un carril, no habrá problema”
Un detalle que también llama la atención para un juego de aquella época es la no linealidad; es decir, Out Run cuenta con 5 etapas, pero como sucede, por ejemplo, con Star Fox, el jugador puede decidir qué rumbo tomar al final de cada una. Es literalmente una bifurcación en la que debemos decidir si nos vamos hacia la derecha o hacia la izquierda, con lo que existen 5 destinos distintos. Como ya mencioné, la cosa no se detiene ahí, sino que cada camino tiene sus propias características y eso le da mucha variedad a la experiencia, motivando al jugador a iniciar una nueva partida tomando un camino distinto para descubrir todas las opciones disponibles. Insisto, un incentivo de este estilo no era común en los ochenta en las salas arcade, así que representa una razón más para considerar Out Run como una propuesta no sólo divertida, sino también revolucionaria.
Ahora que me di la oportunidad de volver a jugarlo, me di cuenta de lo relajante que puede ser, sobre todo si se juega en dificultad baja. Me refiero a que se asemeja mucho a la grata experiencia de manejar con un largo camino por delante, escuchando la música de fondo y acompañado de alguien especial. Me parece que esto es totalmente intencional, ya que hay segmentos de recta muy largos en los que pareciera que la única intención es disfrutar el viaje, el paisaje y todos los elementos tan bien incorporados y mezclados en el título. Después del gran éxito que representó Hang On para Sega, Out Run se atrevió a bajarse de la moto y poner a una pareja de enamorados en un Ferrari para disfrutar de una jornada sobre ruedas muy interesante y divertida.
¿Dónde puedo jugarlo actualmente?
La versión arcade con todo su esplendor sólo se puede disfrutar en los gabinetes originales, pero se trata de un título tan exitoso, que lo han porteado a distintas plataformas:
- Game Gear
- Sega Genesis
- Sega Master System
- Sega Saturn
- Nintendo 3DS ($59.99 MXN)
- Nintendo Switch ($69.74 MXN - OFERTA)
(entre otras plataformas un tanto obsoletas)
Out Run podría considerarse un entretenido y agradable recorrido, un viaje sobre ruedas que va más allá de esquivar autos y llegar a tu destino. Aunque en aquel entonces yo era completamente Nintendo, sí llegué a jugar consolas y juegos de Sega, así que extraño aquella época dorada en la que surgieron tantas propuestas que, a base de esfuerzo y un trabajo impecable, han trascendido de tal forma que en este momento un mequetrefe escribe acerca de ellas en el mejor sitio de videojuegos del mundo mundial.
Gracias por haber llegado hasta aquí. Nos leemos en el próximo #ViernesRetro.
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